18 de abril de 2024
¿Un impedimiento a la soja?: realizan un mapa de las áreas preeminente a conservar en la Cuenca Matanza Riachuelo.
Un trabajo de la Fauba señaló que en esa zona, donde viven casi 5 millones de personas, es de las más "transformadas y contaminadas del país".
En la Cuenca Matanza Riachuelo, los monocultivos y los barrios privados ganan terreno sobre los ecosistemas, situación que representa un impacto negativo sobre el bienestar de sus habitantes, según un informe de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA).
La parte alta de esa cuenca bonaerense es de marcado carácter rural y está compuesta por los municipios de Las Heras, Marcos Paz, Cañuelas, San Vicente y Presidente Perón. Ante este escenario, el estudio de la FAUBA elaboró mapas que identifican las áreas prioritarias para la conservación.
Este relevamiento se llevó a cabo en función de la mirada de organizaciones científicas, territoriales y gubernamentales y afirmaron que se puede conservar hasta el 70% del área.
Según el trabajo,, esta cuenca es una de las áreas más transformadas y contaminadas del país. Esta zona es habitada por casi 5 millones de personas, que viven rodeadas por industrias y producciones agropecuarias.
Desde hace décadas, los monocultivos y los countries avanzan sobre los pastizales de la zona y reducen los beneficios que estos ecosistemas aportan.
CONVENIO PARA DEFINIR PRIORIDADES.
En el marco de un convenio entre la casa de estudios y la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), comenzaron a identificarse qué áreas de la cuenca alta son prioritarias para conservar.
Con esta información, empezaron a elaborar mapas que mostraban los valores de conservación que las organizaciones le asignaron a diferentes zonas y cuánto coincidieron entre ellas.
En promedio, al 70% del área se le asignó una prioridad de conservación de moderada a alta, con un grado de acuerdo elevado. Las superficies más valoradas se concentraron cerca a centros poblados y a escuelas rurales, y a distancia intermedia de áreas protegidas.
Balsari ponderó que los resultados pueden servir para direccionar los esfuerzos de conservación de este territorio tan amplio y complejo. Cuando no existe el ordenamiento del territorio, diferentes actividades avanzan y la gente queda expuesta a fumigaciones o a efluentes industriales. Agregó que usaron una metodología transparente y trazable, que permite ver los criterios y las valoraciones de las distintas organizaciones de la zona.
ACUERDOS, MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS.
Julián Monkes, docente del Área de Educación Agropecuaria y Ambiental de la Fauba, destacó la importancia y la complejidad de incorporar la mirada de quienes habitan el territorio. Cada persona tiene su idea de conservación y es clave considerarla en las políticas públicas. Siempre hay acuerdos y resistencias entre los diferentes actores.
En este sentido, reflexionó que los productores agropecuarios que no llegaron a incluir en el estudio quizás tengan una mirada distinta a la de la población urbana sobre qué es la conservación. Pero más allá de estos roces, al momento de realizar las entrevistas también se incluyó a producciones como la ganadería sobre pastizales o la agroecología.
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