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20 de septiembre de 2021

“Perdimos todos”, dicen en la cadena ganadera frente al cepo exportador.

Pero los grandes frigoríficos del Consorcio ABC están faenando más cabezas que antes del cepo. FUENTE: BICHOS DE CAMPO

Hace algunas semanas, antes de la extensión del cepo a las exportaciones de carne vacuna impuesto por el gobierno en mayo pasado, las entidades de la cadena ganadera se reunieron para evaluar los daños que provoca esa medida y emitieron un comunicado en el que expresaban que “perdemos todos”. ¿Pero perdieron todos realmente? No parece ser del todo así: a pesar de los cupos y otras restricciones, los grandes frigoríficos del Consorcio ABC están faenando ahora más ganado que antes de las restricciones.

El siguiente cuadro, construido a partir de las cifras oficiales de faena que publica el Ministerio de Agricultura, muestra que en agosto pasado la gran mayoría de los 40 frigoríficos que exportan carne han faenado más animales (y por lógica han producido más carne) que en el promedio de los siete primeros meses de 2021.

Esto es lo mismo que decir que ahora, con el sistema de cupos consolidado y extendido hasta fines de octubre, hay un grupo de plantas que trabajan más que antes de que el gobierno interviniera en el mercado. Y si trabajan más, debe ser porque ganan dinero. Y esto sucede, además, en un negocio que se achica, porque la faena total ha caído en más de 6% respecto de 2020.

El caso del frigorífico Arre Beef, que en agosto faenó un 57% más respecto del promedio de todo el año y encabeza la lista, puede ser mencionado como la excepción que confirma la regla: es que esa planta estuvo cerrada varias semanas por un duro conflicto gremial y entonces su faena cayó mucho a principios de año. Pero el resto de los frigoríficos -la inmensa mayoría de ellos son socios del Consorcio ABC- muestras crecimientos de entre 15% y 35% en su volumen de faena, comparando el trabajo del mes pasado con el de los primeros siete meses de 2021.

Es notable que haya un cepo exportador mientras que las empresas que exportan trabajan más ahora que antes.

Desde que en mayo se produjo la intervención oficial sobre este negocio, desde Bichos de Campo siempre hemos marcado que las fórmulas diseñadas por el gobierno parecían hechas a la medida del Consorcio ABC, que agrupa a 25 de las 40 plantas exportadoras de magnitud (en realidad son 66 plantas las que recibieron cupos, pero para varias de ellas son insignificantes y no alcanzan ni siquiera para llenar un contendor al mes).

Desde el vamos, el sistema ideado por el ministro Matías Kulfas, con el asesoramiento del vicepresidente del Senasa, Carlos Milicevic, y del nuevo titular de la ex ONCCA, Luciano Zarich, promovía una gran concentración en el negocio exportador, ya que solo 10 empresas recibieron el 54% de los cupos y las empresas del ABC capturaron más del 70% de esas cuotas de exportación.

Los cupos establecidos por el gobierno se definieron a partir de recortar un 50% los volúmenes exportados por cada frigorífico en el segundo semestre de 2020. Pero como se asignaron a las plantas por su número de habilitación sanitaria y no por el CUIT del exportador, de un plumazo se dejó afuera a grupos de productores y matarifes sin planta que estaban incursionando en el negocio exportador.

Desde el vamos se dejó fuera de ese recorte al 50% a las cuotas de exportación acordadas con otros países (La Hilton y la 481 con Europa, las 20 mil toneladas para EE.UU. y también un cupo para Colombia). Por eso, los frigoríficos que ya participaban de esos negocios -que son los del mismo Consorcio ABC- quedaron en mejor posición que las empresas que solo tenían permiso sanitario para vender carne a China y otros destinos de menores exigencias. Por eso inicialmente sus volúmenes de exportación se recortaron no a la mitad sino en realidad solo un 30/40%.

Con la apertura en octubre de un cupo adicional de 3.500 toneladas mensuales para la carne que se vende a Israel, la situación de los grandes frigoríficos exportadores mejoró bastante más y en algunos caso pueden llegar a exportar hasta 80/85% de los tonelajes de carne que vendían antes del cepo. No todas las plantas de faena están habilitadas para la faena kosher. Y las que lo están suelen pertenecer también al Consorcio ABC.

Estos datos permiten entender el cuadro anterior: las plantas que en agosto mejoraron sus niveles de faena al punto de superar incluso los niveles previos al cepo exportador perteneces casi todas al Consorcio ABC, mientras que en la cola de la lista figuran empresas de otras cámaras, que se habían volcado más recientemente al negocio exportador y dependían sobre todo a la demanda desde China. Recordemos que ese país recién desde 2018 comenzó a comprar fuerte y se transformó en la mayor importadora de carne argentina, con 75% del total de los embarques.

No sería tan grave la situación si no fuera publico el dato de que Kulfas, como principal negociador del gobierno de Alberto Fernández en este tema, solo abrió las puertas de su despacho este año a Mario Ravettino, el presidente del Consorcio ABC, desechando a la vez interactuar o escuchar la opinión de otras cámaras de la industria frigorífica, o de las entidades ganaderas de la Mesa de Enlace.

Ravettino, quizás intuyendo que las cifras oficiales de faena de agosto delatarían esta incómoda situación (donde los socios de su cámara trabajaron más en agosto que en el resto del año a pesar del cepo exportador), emitió esta semana un comunicado donde analiza la evolución de la faena. Allí no desmiente sino que confirma la situación descripta ahora por Bichos de Campo. Pero el empresario la justifica como parte de un proceso de “recuperación” de la porción de la faena que correspondía históricamente a sus socios, y que había comenzado a caer desde que China ingresó a jugar  fuerte y permitió que otros frigoríficos ingresaran en el negocio exportador.

En los hechos, la irrupción de China significó reducir los niveles de concentración de la actividad. Y el cepo exportador implicó que los sectores más concentrados recuperaran protagonismo.

Dice Ravettino que “en 2020 en los establecimientos asociados se sacrificaron 3,8 millones de cabezas, 500 mil bovinos menos que el año precedente” y que ello implicó una reducción en la participación del Consorcio al 27% de la faena total, 4 puntos menos que en 2019″.

Esto es lo mismo que decir que hasta la irrupción de China los socios del Consorcio ABC detentaban el 31% de la faena total de bovinos, que en 2020 bajaron a 27% y que su participación estaba cayendo todavía más en 2021, hasta que el cepo exportador permitió comenzar a revertir este proceso. En rigor, el informe de Ravettino decía que en mayo -cuando comenzó a regir la medida- la participación de sus empresas había caído a un mínimo histórico de solo 25%.

“A partir de entonces se recuperó 4 puntos de participación. Pese a ello, el saldo sigue siendo negativo para nuestras empresas asociadas, que proporcionalmente han reducido su faena más que el resto de los establecimientos frigoríficos entre enero y agosto de 2021”, indicó Ravettino, tratando de disimular el hecho de que finalmente la intervención del gobierno de Alberto y Cristina permitió a sus asociados recuperar aire y volvió a concentrar la exportación en menos manos.

Si uno se remite a los datos oficiales de faena disponibles, en una faena que se achicó 6% en lo que va del año, entre enero y abril (es decir antes de que comenzara la intervención) las 25 empresas asociadas al Consorcio ABC faenaron en conjunto 318.600 cabezas como promedio cada mes. En agosto pasado, por esas mismas plantas frigoríficas pasaron 365 mil animales. Es decir que el volumen de trabajo en ese grupo de frigoríficos avanzó un 15%.

Y en este derrotero, Kulfas y compañía primero dejaron casi fuera de la competencia a los “exportadores sin planta” y hasta incluso los persiguieron administrativamente, con la ex ONCCA y la Aduana inventando en muchos casos irregularidades inexistentes.

Luego, con la formalización de los cupos de exportación y las excepciones, los funcionarios de Alberto y Cristina colaboraron claramente para que el Consorcio ABC recuperara terreno frente a las nuevas plantas frigoríficas que habían comenzado a exportar bajo el influjo de China. Son esas las plantas que ahora deben recortar las horas extras y hacen malabares para no comenzar con los despidos.

El ministro de Desarrollo Productivo se ha cansado de repetir en las últimas semanas que es falso que las exportaciones de carne estén cerradas. “No hay ningún cepo. Lo que ha habido es una política tendiente a ordenar el funcionamiento del mercado interno y del exportador. Vemos una gran oportunidad para que Argentina se convierta en un gran exportador de carne, que se ha hecho de manera desordenada en los últimos años”.

Ahora entendemos todos con claridad de qué se trataba ese “ordenamiento”

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