24 de octubre de 2025
Retención cero con sabor amargo para la carne argentina

Menos de la mitad de los frigoríficos lograron aprovechar la eliminación temporal del 5% de retenciones, debido a exigencias financieras difíciles de cumplir. El sector reclama extender el beneficio y flexibilizar las condiciones para hacerlo realmente efectivo.
La decisión del Gobierno de suspender transitoriamente el cobro del 5% de retenciones a la exportación de carne vacuna generó, en un principio, una señal alentadora para el sector. Sin embargo, el entusiasmo se diluyó rápidamente ante las condiciones impuestas para acceder al beneficio, que solo una parte de las empresas pudo cumplir.
El requisito de liquidar las divisas dentro de los tres días posteriores a la autorización del embarque se transformó en un obstáculo casi insalvable para la mayoría de los frigoríficos. A diferencia de las grandes cerealeras, que tienen mayor respaldo financiero, las plantas cárnicas trabajan con plazos de cobro de entre 30 y 60 días, o incluso una vez que el buque ya está en tránsito.
En ese contexto, muchos exportadores se vieron forzados a renegociar contratos y aceptar precios más bajos para acceder a efectivo de manera anticipada y cumplir con la normativa. Otros recurrieron a herramientas de prefinanciación de exportaciones, con tasas de entre el 8% y el 10%, lo que les permitió adelantar fondos y aprovechar el beneficio de retención cero.
De acuerdo con estimaciones del propio sector, solo entre el 40% y el 50% de las operaciones cerradas desde fines de septiembre pudieron ingresar en este esquema. Las empresas que contaban con líneas de crédito bancario lograron cumplir con los plazos exigidos sin alterar su operatoria comercial, pero el resto continuó bajo el régimen habitual, pagando el 5% de retenciones.
Más allá de las dificultades para acceder al beneficio, los empresarios del rubro coincidieron en un punto clave: las retenciones a la carne no tienen justificación. Señalan que ningún otro país aplica impuestos a la exportación sobre productos con valor agregado y reclaman que la eliminación sea definitiva y no una medida temporal.
Desde el sector también se cuestionó la lógica del esquema. “No tiene sentido ofrecer un incentivo impositivo y al mismo tiempo imponer condiciones que lo vuelven casi imposible de aplicar”, expresó un exportador. Varios propusieron una alternativa intermedia: mantener la retención cero, pero con plazos de liquidación de al menos 30 días, para alinear las exigencias oficiales con la dinámica real del comercio internacional.
En definitiva, la retención cero fue recibida como un gesto positivo, pero de impacto limitado. Solo los frigoríficos con respaldo financiero o acceso a prefinanciación pudieron aprovecharla sin sobresaltos. El resto la percibió como una oportunidad frustrada, más cercana a un anuncio político que a una herramienta efectiva para mejorar la competitividad del complejo cárnico argentino.
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