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26 de noviembre de 2025

Lluvias en retroceso y señales firmes de La Niña

Tras un 2025 marcado por precipitaciones frecuentes, los pronósticos internacionales anticipan un escenario más seco. Los organismos climáticos confirman la presencia de La Niña y advierten que sus efectos podrían extenderse hasta comienzos de 2026.

Después de un año con lluvias intensas y bien distribuidas, el panorama climático comenzará a modificarse en las próximas semanas. Los especialistas del Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima y la Sociedad señalan que el Pacífico ecuatorial ingresó en un estado típico de La Niña, con temperaturas superficiales del mar que muestran un enfriamiento sostenido.

La Oficina de Riesgo Agropecuario ratificó este diagnóstico al destacar que la región Niño 3.4 se ubica en valores cercanos al umbral del fenómeno, una señal clara de que el ciclo continúa consolidándose. Los modelos climáticos indican que estas condiciones persistirán durante el inicio de 2026, con una probabilidad cercana al 70% para el trimestre noviembre-diciembre-enero.

Hacia febrero, los especialistas prevén un cambio gradual. Los pronósticos muestran que el fenómeno podría perder intensidad y dar paso a un escenario más equilibrado. Desde el trimestre enero-febrero-marzo, las estimaciones marcan una transición hacia un estado neutro del ENSO, que aparece como la perspectiva dominante para gran parte del año. Las probabilidades de neutralidad alcanzan el 62% en los primeros meses de 2026 y se mantienen como el escenario más probable hasta mediados del invierno.

Por el contrario, las chances de un evento El Niño permanecen muy bajas durante la primera parte del año, incluso por debajo del 20% hasta marzo-abril-mayo. Sin embargo, los modelos comienzan a mostrar un incremento paulatino a partir de abril, una señal que el sector productivo seguirá de cerca.

Este contexto anticipa un verano y un comienzo de otoño influenciados por La Niña, mientras el agro se prepara para un período de menor disponibilidad hídrica y cambios en la dinámica atmosférica. El monitoreo constante será clave para ajustar decisiones y minimizar riesgos en un ciclo que promete nuevas complejidades.

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