19 de diciembre de 2025
Alerta en la cadena porcina

El sector cerró 2025 con costos disparados, márgenes en retroceso y una rentabilidad que quedó seriamente comprometida, según un informe privado.
El sector porcino argentino llegó al final de 2025 atravesado por fuertes tensiones internas y desequilibrios que impactaron de lleno en la rentabilidad. Un informe elaborado por JLU Consultora, que dirige Juan Luis Uccelli, trazó un diagnóstico claro sobre la evolución del negocio y expuso un escenario con ganadores y perdedores bien definidos dentro de la cadena.
El estudio señaló que el costo de producción fue uno de los grandes protagonistas negativos del año. Esa variable acumuló un incremento cercano al 52%, empujada por la suba del maíz y, con mayor intensidad, por el encarecimiento de la soja durante el segundo semestre. Este salto superó con amplitud la evolución del precio del cerdo en pie y provocó una contracción marcada del margen bruto en numerosos establecimientos.
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Desde la consultora advirtieron que la relación entre costos y precios condicionó la rentabilidad de muchas granjas. La presión financiera se profundizó a medida que los valores de venta no lograron acompañar el ritmo de los insumos clave, lo que dejó a parte del sector operando en niveles críticos.
Otro de los ajustes relevantes del año se observó en el costo de faena. Ese componente mostró una recomposición luego de arrastrar un atraso significativo desde 2024, aunque el cambio no alcanzó para corregir las distorsiones que se consolidaron en otros tramos del negocio, especialmente en la comercialización mayorista.
El informe indicó que el valor de la media res avanzó en línea con el cerdo en pie, mientras que los cortes mayoristas quedaron muy por detrás del resto de las variables. En ese eslabón, según Uccelli, se concentró el mayor impacto negativo para toda la cadena. Algunos productos, como la pulpa de paleta, incluso exhibieron precios inferiores a los del año anterior, una señal que ayuda a explicar la aparición de quebrantos y cesaciones de pago.
Las importaciones de carne porcina también jugaron un papel determinante en el deterioro del escenario. Aunque los precios internacionales en dólares retrocedieron, la devaluación del peso generó un aumento cercano al 35% en el valor de las compras externas medidas en moneda local. Ese ingreso de producto no logró contener los precios al consumidor, que subieron más del 33%, pero sí presionó a la baja la valorización de la producción nacional.
El trabajo concluyó que las importaciones no cumplieron el objetivo de moderar los precios en góndola y, al mismo tiempo, agravaron la situación de los productores y de los eslabones que generan empleo en el país. Incluso, el informe remarcó que una menor participación del producto importado podría haber contribuido a mejorar tanto los precios al productor como los márgenes de los operadores locales.
En síntesis, el relevamiento de JLU Consultora dejó en evidencia una distribución cada vez más desbalanceada de los ingresos dentro de la cadena porcina. Los costos crecieron por encima de la inflación general, mientras que los precios no acompañaron en los tramos productivos, configurando un cierre de año complejo y con señales de alerta para el futuro inmediato del sector.
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