1 de septiembre de 2025
Cuyo expande sus fronteras con genética de vanguardia.

De la quinua al zapallo, en Cuyo los avances en genética van mucho más allá de la vitivinicultura.
Aunque la industria del vino es la más relevante en el agro de la región, los avances en genética se extienden a otros cultivos y los resultados han sido más que exitosos. El INTA juega un rol clave en estos desarrollos.
Lograr una mejor adaptación a la zona, subir los rendimientos o resaltar algunas características cualitativas son solo algunos de los objetivos que tiene cualquier productor. Ahí, la genética se vuelve una aliada fundamental, y en la región de Cuyo, los logros en esta materia han acaparado más de un cultivo.
Y más allá de que la vitivinicultura es la principal actividad agroindustrial de la región y mucha de las investigaciones se han centrado en este cultivar, con una participación clave del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
En Mendoza tenemos la colección de vid más importante del hemisferio sur, lo mismo ocurre con el olivo en San Juan, que es referencia a nivel mundial. Son también de gran relevancia el banco de germoplasma de hortalizas que tenemos en La Consulta y la colección de frutales de clima templado ubicada en Junín, la más grande a nivel nacional y de la cual se tomaron las variedades que permitieron el desarrollo de la fruticultura en la provincia. También en Mendoza, el INTA cuenta con una colección importante de microorganismos, en especial levaduras, que se utilizan en la industria vínica.
Pero sus aportes no terminan ahí. Uno de los más recientes logros del INTA Mendoza-San Juan tiene que ver con la quinua. En 2025, el ahora extinto INASE aprobó la inscripción de la variedad de quinua Morrillos INTA, que posibilita a productores de los valles andinos de Cuyo contar con una semilla estable de este alimento y los estimula a diversificar su producción.
Sin embargo, el trabajo genético sobre la quinua comenzó hace más de una década. Como lo recuerda Lucas Guillén, jefe de la Agencia de Extensión Rural (AER) de Calingasta, San Juan, en el año 2012 se hicieron campañas de recolección de material de productores de quinua de los Valles de Calingasta. Del material recolectado se identificaron variedades de ciclo corto con una alta heterogeneidad en el ciclo del cultivo y color de la semilla.
Desde 2013, en tanto, se comenzó con un plan de mejoramiento en el campo anexo de la AER Calingasta y de la EEA San Juan buscando una homogeneidad del porte de las plantas, duración del ciclo y tamaño y color de la semilla. Para 2018, después de cinco años, se logró una variedad estable, homogénea y de alto rendimiento la cual permitía una mecanización del cultivo desde la siembra a la cosecha. El color del grano es beige y de menor tamaño. En el caso de Hornillos el grano es de mayor diámetro y de color amarillo/naranja. Las hojas son más dentadas, mientras que Hornillos tiene hojas redondas. El color de la panoja es su mayoría color verde oscuro mientras que en Hornillos es de color violácea/naranjada y la planta en madurez fisiológica es de altura baja (1,47 m) mientras que Hornillos supera 1,7 m.
Para el investigador, haber logrado esta variedad es muy importante para la región de Cuyo: “Al ser una variedad desarrollada localmente tiene una adaptación muy buena a nuestro ambiente. Y los productores locales pueden acceder a las asistencias técnicas del INTA. Igualmente Morrillos INTA ya estuvo siendo probada en otros puntos del país en el marco de la RED Quinua del INTA, con muy buenos resultados.
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