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15 de octubre de 2025

Lechería: La producción crece, pero el negocio se achica

La industria láctea argentina atraviesa una paradoja: produce más que nunca, pero gana menos. Con una suba de más del 10% en la producción, el sector enfrenta sobreoferta, precios atrasados y costos que se disparan. Sin embargo, la tecnología, el tipo de cambio y la estacionalidad abren una luz de esperanza para los próximos meses.

La lechería argentina vive una situación tan sorprendente como preocupante. En lo que va del año, la producción de leche creció más de un 10%, recuperando los niveles de 2022 y dejando atrás las caídas registradas durante 2023 y parte de 2024. Sin embargo, este salto productivo no trajo alegría al sector, sino un profundo malestar económico. La mayor oferta chocó con un consumo interno estancado y con precios al productor que no acompañan la inflación.

El mercado interno se frena y el excedente se acumula
El crecimiento de la producción coincidió con un freno en el consumo. Tras una buena primera mitad de año, la demanda comenzó a caer entre julio y septiembre, golpeada por la pérdida del poder adquisitivo de los hogares. Este escenario derivó en un exceso de oferta que presiona los precios y complica la rentabilidad de los tamberos, que hoy producen más pero cobran menos por cada litro.

El alivio llega del exterior, pero con matices
En este contexto, las exportaciones se transformaron en una vía de escape para equilibrar el mercado. Aunque los precios internacionales de los lácteos mostraron una tendencia a la baja, el tipo de cambio actual permitió compensar parte de esa caída. Esa diferencia cambiaria ayudó a sostener los embarques y a reducir los excedentes locales, dando algo de oxígeno a la industria.

Costos en alza y precios atrasados, la fórmula del desgaste
Los productores enfrentan una ecuación cada vez más difícil. Los precios de la leche suben menos que la inflación, mientras que los costos de alimentación, como el maíz y la soja, no paran de escalar. La tradicional relación de referencia —comprar dos kilos de maíz con un litro de leche— se rompió, señal de que la rentabilidad está bajo fuerte presión. Para muchos tambos, la actividad dejó de ser sostenible si no hay una corrección en los precios.

La esperanza, en la tecnología y la estacionalidad
Pese a todo, no todo es pesimismo. El sector ya alcanzó su pico de producción anual y, según los especialistas, la oferta comenzará a reducirse hacia el otoño. Esa caída natural ayudará a equilibrar el mercado y podría impulsar los precios. Además, los avances tecnológicos, el bienestar animal y un clima favorable contribuyeron a mejorar los índices productivos, dejando la base lista para una recuperación cuando el contexto acompañe.

El desafío de un equilibrio posible
El sector lácteo argentino muestra su enorme capacidad para producir, pero también su vulnerabilidad frente a los desequilibrios económicos. La clave está en encontrar un punto de equilibrio entre productividad y rentabilidad. El futuro dependerá de si la eficiencia y la apertura exportadora alcanzan para sostener a los productores, o si será necesario un cambio estructural que permita que crecer no vuelva a ser sinónimo de perder.

 

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