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10 de noviembre de 2025

El futuro de la ganadería se juega en las pasturas

Juan Mattera, INTA Pergamino, dialogó con Carlos Misuraca en la previa del 4º Congreso Ganadero. Lejos de ser solo “pasto”, las pasturas son el verdadero motor económico de la producción ganadera. Su manejo estratégico y adaptación regional definirán la rentabilidad y sustentabilidad del negocio en los próximos años.

Detrás de la imagen clásica del ganado pastando en un campo verde se esconde un sistema complejo donde la ciencia, la economía y la planificación se entrelazan para sostener la ganadería argentina. Las pasturas no son un elemento secundario: son el corazón productivo del sistema y su correcta gestión marca la diferencia entre el éxito y el estancamiento.

Según especialistas del INTA, existen cinco claves esenciales que explican por qué el manejo del forraje es una disciplina estratégica que determinará el rumbo de la actividad en la próxima década.

La primera clave es que las pasturas son el motor económico más eficiente de la producción ganadera. Su capacidad de generar gran volumen de forraje a bajo costo convierte a este recurso en la base más rentable y sustentable para producir carne. Pero ponerlo en marcha requiere tiempo, conocimiento y previsión.

En segundo lugar, implantar una pastura es una inversión a largo plazo. No se trata de una campaña, sino de un proyecto que puede extenderse por tres o cuatro años. Este horizonte exige estabilidad política y económica para que el productor pueda recuperar su inversión en genética y fertilización. Sin previsibilidad, el riesgo crece y las decisiones se postergan.

La tercera clave rompe un mito común: producir más pasto no garantiza mayores ganancias. La rentabilidad depende de la eficiencia con que el sistema transforma el forraje en kilos de carne o animales terminados. “No es que por producir más pasto voy a ganar más, lo tengo que convertir en producto animal”, resume el especialista del INTA.

La cuarta clave apunta a la complementación del sistema forrajero. Las pasturas perennes enfrentan períodos de baja productividad y necesitan apoyo de recursos estratégicos como verdeos de invierno o cultivos de cobertura. Estos refuerzos permiten mantener al ganado en buenas condiciones durante los baches estacionales y potenciar la capacidad total del campo.

Por último, la adaptación regional es decisiva. No hay una receta única: las estrategias deben ajustarse al clima, suelo y disponibilidad de agua de cada zona. En el norte, las especies megatérmicas ofrecen mejores resultados, mientras que en la región pampeana predominan las templadas. La clave está en elegir la combinación más eficiente para cada ambiente, apoyándose en la investigación del INTA y las experiencias locales.

En conjunto, estas cinco claves revelan que la gestión de pasturas es una práctica tan científica como económica. Su éxito depende de la previsibilidad del país, de la eficiencia productiva y de la capacidad de adaptación de cada productor. En definitiva, el futuro de la ganadería argentina se definirá sobre el verde de sus pasturas.

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