19 de noviembre de 2024
Lechería comparte su eje entre las vacas, el ambiente y las personas.
Un apartado orientado al ambiente productivo, personas y sociedad fue eje del segundo bloque en el 6° Outlook de la Cadena Láctea Argentina que se desarrolló en Villa María.
El objetivo de carbono neutro en la cadena, el papel de los jóvenes en el sector y cómo se puede repensar la producción primaria fueron temas abordados por reconocidos actores del sector.
En el evento organizado por la FunPEL; Sabine Pependiek, como coordinadora del Programa Argentino de Carbono Neutro, habló sobre la necesidad que tiene la cadena láctea de adaptarse a los cambios climáticos y satisfacer las demandas de los consumidores que son la clave para el futuro del sector.
En este sentido repasó al agua, residuos, recambio generacional, biodiversidad y cambio del uso del suelo, emisiones y eficiencia energética, riesgo climático y nuevos mercados como llaves para poder avanzar en lo que serán las nuevas regulaciones y que marquen las políticas de toda la cadena de suministro, pero que en definitiva también influyen en la relación con la comunidad hasta con los entes de financiamiento.
Lo que detalló es la posibilidad de certificar las emisiones en la producción, pudiendo repasar cada instancia, generándose datos que “dan muy buenos resultados”, en cuanto a las emisiones fósiles, biogénicas o por cambio de uso de suelo, disponiendo de registros de actividad, para eficientizar los márgenes.
Argentina está entre los países que menor huella incorporada en lo que es la leche cruda, siendo una ventaja para la cadena, mientras continúa la necesidad de trabajar con más intensidad en el análisis, ya que las certificaciones precisan todos datos propios y genuinos, a partir del hallazgo de incentivos para que más protagonistas se involucren en el relevamiento que hoy comienza a limitar el acceso a diferentes mercados.
El Ing. Fernando Preumayr, remarcó que en el sector lechero tiene un peso muy importante el eje social, no sólo por su impacto hacia afuera, sino por su dependencia absoluta del desempeño de las personas.
Según un relevamiento de la Universidad Austral, los jóvenes están buscando propósito y vocación, el sentido del trabajo, para involucrarse en el sector agropecuario. Flexibilidad y equilibrio en las tareas, también libertad e independencia, son las miradas que hay que contemplar, que privilegiar para darle un futuro a la actividad.
Su presentación incluyó la presentación de testimonios de protagonistas del sector, donde se destacaron la necesidad de capacitaciones específicas, el equilibrio entre la vida personal y profesional, la paciencia para tareas rutinarias, mejorar la comunicación en los equipos de trabajo, saber trabajar con la gente, además de hacerlo con los animales.
Con mayor relevancia en el rol de las mujeres dentro de las empresas, hay que complementar a los jóvenes y las personas con experiencia, con respeto mútuo.
El líder del Proyecto Factor Humano en Tambo remarcó que “no hay sostenibilidad sin escala humana”, pero a la vez “hay que ser progresivos para volver a crecer”, teniendo la posibilidad de atraer a las personas que son la clave del crecimiento, sabiendo que los jóvenes son el presente de la actividad.
Nadie quiere trabajar por sacrificio, quieren hacerlo si hay sentido, proyecto, deseos y aspiraciones legítimas, aseguró al tiempo que remarcó que hay que generar bienestar y satisfacción humana en cada proyecto”, incluyendo esto en los procesos de trabajo de las personas.
A su tiempo, Christian Chiavassa habló sobre “el valor de origen que genera una actividad como la nuestra”, teniendo que una unidad productiva como la suya genera 15 mil dólares por hectárea.
Más allá de los números, habiendo recomenzado con el tambo con poco más de cien vacas, para superar las 1.500 hoy, propuso ante el Auditorio de la Universidad Nacional de Villa María que cada uno repiense su propia empresa.
Para que sean sustentables y tengan continuidad se debe pensar en los cambios necesarios para tener una empresa más atractiva, entender los beneficios de la inversión en bienestar animal, e incluso la conversión de residuos.
Si no crecemos dificilmente vamos a poder atraer inversiones, recursos humanos, hay que tener un horizonte claro, explica como Director del Grupo Chiavassa, que pasó de 29 a 90 personas desde 2009, creciendo al mismo ritmo que sumaron animales y productividad.
En Carlos Pellegrini, provincia de Santa Fe, realizan talleres desde hace cuatro años, para transmitir valores de trabajo en equipo, de comunicación, conocimiento entre los compañeros de trabajo, al mismo tiempo que crecen en inversiones en tecnología, que hace que se atiendan rápido a las vacas y se mejore el desempeño del personal. La medición en tiempo real del consumo de alimento, producción, rumia y actividad, “permite ver por qué es importante hacer las cosas bien”, logrando al mismo tiempo una sustentabilidad ambiental, que tiene impacto positivo en el medioambiente, en el uso de recursos y en definitiva en las personas.
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