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4 de abril de 2025

Salubridad en soja, la campaña actual a la siembra siguiente.

Un repaso por las enfermedades que están requiriendo más atención en estas últimas campañas y las pautas de manejo a tener en cuenta.

La producción de soja enfrenta desafíos particulares debido al aumento de su superficie de siembra en la última campaña, a las cambiantes condiciones climáticas y la presencia de diversos patógenos que afectan el cultivo desde la calidad de semilla hasta la formación de rendimiento.

En la actual campaña, el «subibaja» de condiciones climáticas afectó el ciclo de la soja, la mayoría de los lotes sufrieron estrés por sequía y calor en etapas reproductivas, impactando tanto en el cultivo como en el surgimiento de enfermedades. La llegada de las ansiadas lluvias de hace algunos días, sumado al estado fenológico del cultivo, ha generado un escenario propicio para el desarrollo de enfermedades en lotes de soja que no la venían pasando del todo bien. Ante este contexto, es fundamental comprender las principales amenazas y adoptar estrategias de manejo que sean efectivas y sustentables.

El avance de la campaña y con ello las enfermedades de fin de ciclo.

Las enfermedades de fin de ciclo (EFC) desde hace varias campañas se destacan por su prevalencia, incidencia y severidad, principalmente la Mancha marrón (Septoria glycines) y el tizón de la hoja y mancha púrpura de la semilla (Cercospora kikuchii). En el análisis de la encuesta REM a socios de Aapresid, el 35% y 30%, respectivamente, las mencionan como su enfermedad principal, y disparadoras de la decisión de aplicación de fungicidas.

Campaña a campaña, el complejo de EFC tiende a ser cada vez más amplio y con requerimientos de controles más tempranos. Esto se debe por un lado al largo periodo de latencia que presentan estos patógenos y por otro, a la tecnología de fungicidas que permite controles más persistentes. El promedio de disminución de rendimiento causado por EFC es de alrededor del 10%, pudiendo llegar a 20% en años con condiciones muy predisponentes para la aparición de las mismas.

Esta campaña, la rotación de cultivos se vió diezmada por diversas causas. Por ello, los rastrojos presentan una alta carga de inóculo que, sumado a las abundantes precipitaciones, permitieron el ascenso de los patógenos. 

Por último, el uso de mezclas de fungicidas con distintos modos de acción y amplio espectro permite controlar tanto la carga fúngica de la semilla como los patógenos del suelo. Además, las alternativas biológicas, como Trichoderma y Bacillus, están ganando terreno por su capacidad de colonización y protección natural. Pueden ser menos agresivos y quizás no los ideales para una campaña tan compleja como la que se pasó, pero son una excelente opción en semillas de alta calidad o cuando se busca reducir el uso de productos químicos.

A pesar de las dificultades que trajo la campaña que está transcurriendo, los avances en tratamientos de semillas, combinados con una planificación precisa, permiten mitigar los riesgos. Es importante recordar que cada lote y cada muestra de semilla es único, por lo que las estrategias de manejo deben adaptarse a las condiciones específicas del campo.

Un enfoque integral que abarque desde la siembra hasta la cosecha, incluyendo la preparación para la campaña siguiente, es clave para mitigar el impacto de las enfermedades y optimizar los resultados.

 

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