5 de mayo de 2025
Uruguay recupera el apetito cárnico

Después de años en retroceso, el consumo de carne en Uruguay da un giro y alcanza su nivel más alto en una década, con una demanda interna que vuelve a privilegiar la producción nacional.
El gusto de los uruguayos por la carne volvió a tomar impulso. Según datos oficiales presentados por el Instituto Nacional de la Carne (INAC), el consumo total de proteínas animales alcanzó en 2024 los 99,3 kilos por habitante al año. Esta cifra representa un incremento de cinco kilos respecto a 2023 y marca el registro más elevado desde hace varios años.
Tras una merma sostenida entre 2018 y 2020, la demanda cárnica comenzó a mostrar señales de reactivación a partir de 2021. Desde entonces, la tendencia al alza se consolidó, impulsada por una revalorización de las carnes tradicionales y una mayor confianza del consumidor.
Entre las distintas especies, la carne bovina sigue liderando la mesa de los hogares uruguayos. En 2024, cada ciudadano consumió en promedio 48,3 kilos de carne vacuna, lo que representa un aumento de tres kilos frente al año anterior. Este repunte confirma la recuperación de un producto emblemático de la identidad agroalimentaria del país.
Por su parte, la carne aviar se posiciona como la segunda proteína más elegida. Aunque en 2023 había mostrado un retroceso leve, volvió a crecer en 2024 y alcanzó los 25,5 kilos por habitante, el número más alto registrado en toda la serie histórica analizada. Esta evolución reafirma el lugar que ha ganado el pollo en la dieta de los uruguayos durante la última década.
La carne porcina también muestra una curva positiva. Luego de una caída en 2020, su consumo retomó un camino ascendente. Aunque sigue por detrás de otras carnes en volumen, se ha consolidado como una opción creciente, especialmente en sectores urbanos.
En contraste, la carne ovina experimentó una baja en 2024, tras dos años consecutivos de expansión. El descenso fue de 0,4 kilos por habitante, aunque aún se mantiene por encima de los niveles observados en años previos a la pandemia.
Un dato relevante que arroja el informe del INAC tiene que ver con el origen de la carne consumida. La mayoría proviene de la producción local, salvo en el caso del cerdo, donde predominan las importaciones. A partir de 2015, la participación de productos foráneos en el consumo total había crecido de manera continua, pero en 2021 se dio un quiebre: bajó más de tres puntos porcentuales, favoreciendo a la carne de origen nacional.
Sin embargo, en los últimos años las compras externas volvieron a cobrar protagonismo, impulsadas por el ingreso de carne porcina y también bovina desde el exterior. Esta situación ha devuelto a las importaciones a niveles similares a los de 2020, lo que abre nuevos interrogantes sobre la competitividad de la industria cárnica local frente a la oferta global.
Con este escenario, Uruguay parece haber recuperado el apetito por su producto más simbólico, en un contexto donde la producción nacional vuelve a ocupar el centro de la escena, aunque con un mercado que observa con atención el avance de la carne importada.
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