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Granizo destruyó más del 30% de la cosecha de cerezas en la cuna de la fruta.

En Chimpay, la principal zona productora y exportadora de Río Negro, el intenso fenómeno afectó a numerosas empresas dedicadas a la actividad a días de la finalización de la recolección.

Cuando faltaban apenas entre siete y diez días para concluir la cosecha de cerezas en el Valle Medio de Río Negro, un temporal cambió por completo el panorama. La tormenta, que combinó granizo y 50 mm de lluvia en pocas horas, impactó de lleno en Chimpay, el corazón productivo de esta actividad en la provincia. La localidad concentra 270 hectáreas del cultivo, con entre un 75 y un 80% de la fruta destinada a exportación. Según estimaciones de la Cámara Argentina de Productores de Cereza Integrados (Capci), la merma superará el 30% del volumen que se esperaba levantar.

El golpe fue especialmente duro porque ocurrió en el tramo final de la campaña. Restaba cosechar entre el 20 y el 30% de la superficie. A ese escenario ajustado se sumó el efecto de la lluvia sobre la fruta madura, lo que provoca partidura crackingy la deja fuera del mercado. El problema es que particularmente la cereza es muy sensible a la lluvia. Cuando la fruta está ya con color genera partidura y esa fruta se descarta.

En Chimpay operan tres firmas que concentran la exportación. Una de ellas con más de 100 hectáreas fue la más perjudicada, el granizo intenso la obligó a suspender la cosecha y dejó más de 400.000 kilos sin poder levantarse. El dirigente contó que en el Valle Medio los cambios de clima suelen ser muy bruscos, con granizo y saltos de temperatura en pocas horas. Estábamos la semana pasada con 39 o 40 grados y un frente frío generó esta reacción violenta. Es habitual en la región.

El año pasado hubo una producción récord. La provincia superó las 4000 toneladas y Chimpay tuvo una producción plena porque no hubo eventos climáticos. Ahora, con este evento, el impacto será muy fuerte para las empresas de la región. “Es muy probable que haya empresas que no van a poder recuperar lo invertido con la fruta que lograron cosechar y comercializar.

Explicó que uno de los gastos más importantes para la actividad es el laboral: “El principal costo es la mano de obra, que representa el 60%. Cada hectárea requiere unas 10 personas entre las tareas de cultivo, la cosecha y el trabajo en los empaques. Por eso, una caída tan grande en la producción no solo comprometerá la economía de las empresas, sino también el empleo local, especialmente el de las mujeres de las localidades cercanas y el del personal temporario que llega desde el norte del país.

A esto se suman otros costos que vienen aumentando. Caminiti mencionó que la provincia de Río Negro tuvo un incremento del 320% en energía entre abril de 2024 y 2025. En tanto, el dirigente alertó que las empresas también enfrentan la competencia de cerezas importadas de Chile, que les quitan mercado incluso dentro del país. La Argentina produce cerezas desde Mendoza hasta Santa Cruz. En el caso de las empresas nucleadas en Capci, el 75-80% de la fruta se exporta. El año pasado enviaron 8100 toneladas al exterior, un récord. En los últimos 15 años los saldos exportables crecieron a un ritmo del 10% anual.

La Secretaría de Fruticultura de Río Negro anticipó que la provincia avanza hacia la declaración de emergencia, tanto a nivel provincial como ante el gobierno nacional. Su titular, Facundo Fernández, indicó que el proceso administrativo ya está en marcha. “Estamos en contacto con el gobierno nacional para detraer la emergencia climática bajo la ley nacional. Esto habilita beneficios impositivos y todas las herramientas que la ley contempla para estos casos.

Fernández explicó que, para formalizar el pedido, primero se deben completar los relevamientos técnicos en chacras y establecimientos afectados, un trabajo que continúa después de un temporal que dejó entre 48 y 50 mm en apenas una hora y media, con granizo y ráfagas fuertes. “Había tanta agua que no se podía entrar al monte; en las próximas 24 horas vamos a tener un diagnóstico más preciso”, afirmó. La situación es especialmente delicada para la cereza, que estaba en plena cosecha. Cuando el fruto está listo para cosechar y recibe agua directa, la planta intenta absorberla por un proceso osmótico y la piel se raja. Ese es el daño que estamos viendo hoy en distintos establecimientos.

El clima nos está castigando y lo estamos sufriendo igual que el resto del país.

Esto es cambio climático, tormentas de granizo fuera de época, temperaturas superiores a 30 grados en noviembre, precipitaciones extremas que caen en un ratito lo que antes caía en varios días. Frente a este panorama, insistió en que la declaración de emergencia debe ir acompañada de herramientas financieras para sostener la actividad. Necesitamos un crédito específico para inversión, a diez años, con una tasa del 3% y tres años de gracia. Sin financiamiento accesible es imposible proyectar, reinvertir y mantener la actividad.

 

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